"Cuando Don Rafael se cayó en el suelo, ya era tarde."

Su esposa la Sra Ana gritó. Su segundo hijo Maikel llamó a emergencias. Andrés su hijo mayor intentó reanimarlo mientras el café de la mañana seguía humeando sobre la mesa.

Los paramédicos llegaron en minutos, pero el daño ya estaba hecho. Infarto. Otro caso más de alguien que "se sentía bien" hasta que dejó de estarlo.

El médico fue claro:
👉 “Si hubiera monitoreado su presión, podría haberlo prevenido.”

Silencio en la habitación. Dolor en el pecho. Culpabilidad.

Porque, ¿sabes qué es lo peor? Don Rafael no tenía síntomas. Ni mareos, ni dolores, ni nada raro. Solo un enemigo silencioso llamado hipertensión que llevaba años jugando con su vida… hasta que ganó la partida.

Desde ese día, Andrés decidió que en su casa nadie más jugaría a la ruleta rusa con la salud.

Por eso ahora, cada mañana, antes del café, antes de salir corriendo al trabajo, se toma 3 minutos para medir su presión.

Solo un botón. Solo unos segundos. Pero con esos segundos, se asegura de que nunca más vivirá esa pesadilla.

Tú también puedes hacerlo. No esperes a que sea tarde.

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